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TRES MIEDOS ANTE LA MEDIACIÓN

 

Desde hace algunos años, asistimos al creciente auge de la mediación, fundamentalmente como filosofía a implantar en distintos ámbitos de la sociedad (familiar, educativo, laboral, sanitario, judicial) que se ha traducido, principalmente, en la aparición de múltiples y muy diversas formaciones (posgrados, cursos de experto, de especialización, de iniciación, en formato online, presencial, etc.), más que en el crecimiento y materialización de la profesión en sí. Quizás esto pueda ser atribuible a su reciente aparición y a la falta de afianzamiento pero MediaSi va más allá en el análisis de esta circunstancia.

En el presente artículo nos detenemos en aquellos aspectos que pueden dificultar que una familia inicie un proceso de Mediación Familiar.

El miedo a lo desconocido

La juventud de esta disciplina promueve la desconfianza en muchos/as, no solamente en las familias sino también en profesionales que pueden ver amenazado su trabajo, como por ejemplo el sector de la abogacía. El temor ante una disciplina que ofrece acuerdos más consensuados y personalizados, por un menor coste y en menos tiempo que la alternativa contenciosa, suele promover temor, incredulidad y cierta desconfianza.

He de consensuar con la persona de la que me quiero separar

Está demostrado que tomar la decisión de separarse es uno de los acontecimiento más desestabilizadores en la historia de una familia, al que siguen múltiples cambios y reestructuraciones que son necesarias, sobre todo cuando hay hijos/as y/o patrimonio en común.

En un proceso de este calibre, como es la separación, las emociones y los sentimientos se disparan, dando lugar a situaciones estresantes y frecuentemente conflictivas. Alejarnos de esta emocionalidad y evitar afrontar las nuevas necesidades familiares, por ejemplo, dejando el futuro familiar en manos de jueces y abogados, hará que la pareja pierda el contacto con la propia emocionalidad y por tanto con las necesidades reales personales y de la familia. Es decir, Ignorar lo que sentimos y no apropiarse de las emociones, nos alejará de nuestras necesidades; expresar nuestro sentir de forma adecuada a la otra persona, puede ayudar a resolver un conflicto y promover el lado empático del contrario.

Entendemos la dificultad, de que en un escenario tan doloroso, distinto y a veces conflictivo, la pareja albergue temores y miedos a encontrarse y negociar con la persona de la ha decidido separarse. No obstante, está demostrado que los acuerdos elaborados y consensuados en mediación, son más estables, personalizados y reparadores.

Falta de confianza en la profesionalidad de la figura del mediador/a.

Es cierto que el mediador ha salido a escena cuando siguen existiendo lagunas en los requerimientos formativos para ejercer. La disparidad de criterios en este sentido, así como en las distintas leyes de mediación autonómicas, pueden dar lugar a una visión de escasa seriedad, unificación y profesionalidad. Parece que la mediación es la aspiración profesional para técnicos de la abogacía, psicología, trabajo social, etc. lo que ha dado lugar a la masiva formación en mediación y resolución de conflictos.

Pero, ¿Cómo se puede defender el cliente ante esta realidad? Lo primero será acudir a la ley de mediación de la comunidad autónoma de residencia o de donde se vaya a realizar la mediación.

http://www.mediasi.es/download/documentos_de_inter%C3%A9s/Ley-de-la Comunidad-Aut%C3%B3noma-de-Madrid-2007.pdf

En las distintas leyes vienen recogidos los principios de la mediación, así como las características de la misma, los derechos de las partes, etc. Uno de los derechos que puede romper esa desconfianza inicial en el proceso, es el requerimiento de la titulación a los profesionales y toda la información relativa a la experiencia práctica, que los clientes consideren oportuna. Por ello, es imprescindible que todo servicio de mediación facilite toda la información y el asesoramiento necesario para que los clientes puedan iniciar el proceso con todas las garantías, contempladas en la vigente legislación sobre Mediación Familiar.

 

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