En el marco organizativo de cualquier empresa, ya sea del sector público o privado, la convivencia y en definitiva las relaciones interpersonales, pueden favorecer la aparición de tensiones y situaciones de conflicto. Hemos de pensar que en el centro de trabajo empleamos gran parte de nuestro tiempo y energía, por lo que los conflictos están presentes en la mayor parte de los equipos de trabajo.
Discrepancias en la distribución de tareas, en la asunción de responsabilidades, en el cumplimiento de normas, en la fijación de turnos de trabajo, horarios y vacaciones, así como cualquier otro aspecto relativo a la convivencia diaria en el centro de trabajo, pueden suponer un descenso en el rendimiento del equipo, con el consiguiente perjuicio para el resultado económico de la empresa y las relaciones personales.
En ocasiones estos conflictos, que se pueden dar entre trabajadores de igual o distinto rango jerárquico, no disponen de una vía judicial adecuada para dirimir el desacuerdo que ha dado lugar al conflicto. El largo periodo de tiempo en la respuesta judicial y el desgaste en las relaciones humanas son aspectos que afectan a la convivencia y a la productividad en el trabajo.
La vía judicial, como mecanismo tradicional de resolución de conflictos, se muestra insuficiente y discriminatorio debido no solo a la tardanza en las resoluciones, sino también al elevado coste económico y al establecimiento de tasas judiciales. Asi mismo, el cauce judicial se presenta como un recurso poco efectivo, en estos casos, dado que no repara en la raíz del conflicto ni en las emociones, resolviendo la mayoría de los procedimientos, con el establecimiento de indemnizaciones, multas, etc.
Ante esta situación, la mediación se presenta como una alternativa posible, pronta, económica, eficaz y absolutamente recomendable para el abordaje y la resolución de los conflictos.