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CUATRO FUNCIONES DE LA MENTIRA

A lo largo de un proceso de divorcio o inclusive durante el post-divorcio los niños/as pueden adoptar conductas adaptativas que les ayuden a acomodarse y a manejar la nueva situación familiar, principalmente en lo que se refiere a las relaciones que van a mantener con cada uno de los padres/madres.
Cuando unos progenitores se encuentran en conflicto constante, a menudo los menores se sienten divididos, desconcertados y temen ser desleales, con su comportamiento, a uno de ellos. Con frecuencia se sienten dentro del conflicto, se culpabilizan y lamentablemente, a veces, son utilizados para dañar al ex – cónyuge.
Ante esta situación tan compleja, muchos niños/as adoptan determinados comportamientos para sobrevivir y mantener la mejor relación posible con cada uno de sus progenitores. La mentira es una conducta que por su naturaleza puede pasar desapercibida durante tiempo significativo. Generalmente es utilizada para ocultar determinados comportamientos, pero hoy la analizaremos como una conducta en sí, con entidad suficiente para considerarla problemática, pues puede llegar a formar parte del repertorio conductual de las personas y convertirse en la estrategia habitual de afrontamiento.

La mentira de los niños/as, en un escenario de separación conyugal, puede cumplir funciones determinadas funciones:
1. Proteger a uno de los progenitores frente al otro/a.
2. Fomentar la reconciliación en base a la fantasía que tienen muchos niños/as de volver a ser la familia que eran.
3. Evitar ser desleal al padre y/o madre, es decir, desfigurar la realidad con el objetivo de que ambos padres estén conformes y que el niño/a no sienta que con su actitud, falla a uno/a de los/as dos.
4. Evitar mayores conflictos entre un padre y una madre enfrentados; el menor situándose entre los dos, catalizará la información del emisor, distorsionándola para que llegue transformada al receptor del mensaje.

En todos los casos el/la menor acabará siendo un dique que soporte grandes cargas emocionales y frustraciones que por rol, por edad, etc. no le pertenecen. Esto provoca un enorme sufrimiento que puede derivar en otras conductas y comportamientos problemáticos o incluso en la somatización.
Lo verdaderamente dramático de esta situación es que se puede prolongar en el tiempo, si los padres están más preocupados en el conflicto que en el bienestar de sus propios hijos/as. Hay que tener en cuenta que en la etapa adolescente la mentira será más elaborada que en la etapa infantil y podrá ser una estrategia no solo de acomodación a la nueva dinámica familiar, sino también de ocultación de comportamientos de riesgo como son el absentismo, la experimentación con sustancias psicoactivas, etc.

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