Los hijos/as de padres separados experimentan una variedad de emociones que pueden dar lugar a nuevos comportamientos y actitudes. Conocer cómo los niños/as afrontan la separación, permitirá un abordaje más adecuado y preventivo. A continuación, os detallamos tres estados por los que puede pasar un hijo/as tras la separación de sus progenitores.
1- DESCONCIERTO. En esta primera etapa los niños/as suelen manifestar su desconcierto, dudas y temores a través de trastornos del sueño, de un ánimo irritable, de la aparición de conductas regresivas. A nivel social, pueden mostrarse más retraídos, con tendencia al aislamiento y/o la agresividad.
Detectar estas señales y acompañar este proceso, favoreciendo la expresión emocional, ayudará a que los niños y niñas transiten por esta dura etapa de una forma más adaptativa.
2- NEGACIÓN. Es frecuente que, en los primeros momentos, los niños/as se nieguen a aceptar que la separación ya es un hecho, una decisión tomada. Suelen conservar la esperanza de una reconciliación e insisten en ella, pues piensan que la separación conlleva la ruptura familiar, por lo que es frecuente el temor al abandono y a la pérdida de unos de los progenitores.
Es fundamental, mostrarse comprensivo y receptivo ante esos miedos y generar confianza y seguridad, transmitiendo el mensaje de que lo ocurrido no va a suponer la ruptura familiar, sino un cambio. Es importante que ambos progenitores manifiesten su amor, den seguridad y confianza y desculpabilicen, pues en ocasiones los niños/as cargan con sentimientos de culpa, creyendo que la separación ha sido responsabilidad suya.
3- REBELIÓN. Ante la realidad de la separación, los niños/as pueden manifestar su disconformidad a través de diferente tipología comportamental que variará según la etapa vital. Los pequeños (tres-diez años), suelen experimentar distimia, culpa y sentimientos de abandono. Asimismo pueden fantasear con una futura reconciliación y actuar conforme a esa expectativa, fabulando y mediando entre los progenitores. Es frecuente que la separación interfiera a nivel curricular, tanto en niños/as como en adolescentes, así como en la esfera socio-relacional. En este último aspecto, puede aparecer una tendencia al aislamiento y a los comportamientos heteroagresivos. En pre-adolescentes y adolescentes, son más habituales conductas como el absentismo escolar, el incumplimiento de normas y límites y la adopción de comportamientos de riesgo.
Es importante saber que todas estas manifestaciones constituyen formas de expresión emocional ante una situación de crisis y de cambio como es la separación de unos padres. Por ello, es fundamental detectar estas conductas y mostrarse abierto y accesible para contener y canalizar esas emociones. No alimentar las expectativas de reconciliación es vital; la sinceridad y la claridad son herramientas útiles para explicar la nueva situación y el por qué (evitando aspectos dolorosos e innecesarios), evitando culpabilizar y hablar en términos de ganadores y perdedores
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